Tras hacer realidad su propio sueño americano,   una empresaria mexicana se dispone a conquistar el mercado del negocio   de las paletas heladas en su país natal.
  
  POR LAURA MARTINEZ
  
EL COMIENZO DE LA   DÉCADA DE LOS 80 era muy prometedor para Maria de Lourdes Sobrino. Su   negocio, una empresa de eventos corporativos con sede en la Ciudad de   México, marchaba tan bien que abrió incluso una oficina en Estados   Unidos.
Contaba con una   envidiable cartera de clientes y empezó a exportar turismo mexicano   hacia aquel país. Todo parecía marchar sobre ruedas, hasta que llegó   1982. El peso se fue en picada y Sobrino lo perdió todo.
Ese fue apenas el   primero de los reveses que esta empresaria mexicana recibiría a lo largo   de su carrera, primero en México y después en Estados Unidos: vivió la   pesadilla de dos devaluaciones, una recesión, la pérdida de varios   negocios, se endeudó en exceso y tuvo que hacer frente a la competencia   desleal.
Hasta aquí la historia   es similar a la de infinidad de empresarios mexicanos, Pero en este caso   los esfuerzos no fueron en vano. Sobrino ha conseguido hacer realidad   su propia versión del sueño americano: hoy, desde el sur de California,   dirige dos exitosas compañías -Lulu's Dessert, creada en 1982 como una   diminuta fábrica de gelatinas, y Fancy Fruit Corporation, una productora   de paletas heladas de fruita natural desde allí, se dispone por tercera   ocasión a realizar negocios en México. En esta ocasión, con mucho más   madurez, pero sobre todo con mucho más cautela.
"Fue un tiempo muy   duro; no sabía qué iba a pasar. Mis ahorros se estaban acabando",   recuerda Sobrino sobre aquel tiempo de incertidumbre. Pero, de pronto,   un día, quiso comer una gelatina.
Descubrió que en   Estados Unidos, ese país tan sofisticado en materia de dulces y   golosinas, las gelatinas listas para comer (que en México se compran   casi en cualquier lugar) de plano no existían.
Estaban los grandes   productores como Jell-O, pero éstos se limitaban a vender el polvo para   prepararlas; y a nadie se le había ocurrido ofrecerlas ya hechas.
Aunque Jell-O, la   división de postres de Kraft Foods, lleva 103 años produciendo gelatina   en Estados Unidos, fue en 1993 (más de una década después de la   fundación de Lulu's Desserts) cuando comenzó a vender gelatinas listas   para comer; y esto ocurrió luego de dos años de realizar las primeras   pruebas entre consumidores.
"Detectamos que la   gente tenía cada vez menos tiempo para cocinar pero quería seguir   consumiendo nuestros productos", dice Mary Jane Kinkade, de la oficina   de Asuntos Corporativos de Kraft Foods en Nueva York. Y si bien es   cierto que Jell-O es, por mucho, el principal productor de gelatina en   Estados Unidos, nunca podrá arrebatarle a Sobrino el titulo de haber   sido pionera en el área de las gelatinas "listas para comer".
Pero por muy buena mano   que se tenga en la cocina, incursionar en el mercado prácticamente   virgen era un reto enorme. ¿Cómo vender un producto que nadie conocía?   ¿Cómo compararse con otros si nadie estaba en el mismo negocio? "Empecé   de manera muy inocente, pensando que los latinos comprarían mi gelatina   de inmediato". Pero no fue así. Tardó muy poco en darse cuenta de que   los mexicanos de la zona del Este de Los Angeles eran "mexicanos" de   tercera y cuarta generación; gente que, como cualquier estadounidense,   no tenía la menor idea de lo que se le hablaba.
Aun cuando su producto   empezó a atraer la atención de los consumidores y los supermercados la   llamaban para hacerle pedidos más grandes, Sobrino aprendió también la   importancia de contar con un corredor de alimentos (food broker), una   figura muy importante para entrar con éxito en el negocio de los   alimentos en Estados Unidos.
"La intervención de los   corredores es fundamental; primero, porque son ellos quienes conocen el   mercado y, además, porque con base en una comisión, se convierten en   tus propios agentes de ventas", explica Bill Schwartz, de Food Concept   Brokers, que promueve a docenas de productores de alimentos en Estados   Unidos, entre ellos Lulu's Dessert.
Con el negocio de las   gelatinas en expansión, Sobrino buscó diversificarse y estableció en   1990 Fancy Fruit Corporation, la división de paletas heladas de sabores.   Pero también llegaron los problemas. El negocio de los congelados es   otra historia: está dominado por los gigantes de la industria y el costo   de mantener el producto en los supermercados es muy elevado. "Pensé que   era lo mismo, pero el negocio de los congelados es mucho más   competido".
Además, tuvo que   vérselas con la recesión en Estados Unidos y Sobrino optó por abrir una   sucursal en el exterior: Fancy Fruit de México, que fue golpeada por   otra severa crisis: la devaluación del peso en diciembre de 1994. "Dejé   mi producto en México, en una congeladora. Es increíble, pero me salía   más caro recogerlo que dejarlo morir", recuerda. Poco tiempo después   llevó sus camiones a Tijuana para venderlos y cerró el negocio.
La lección fue dura:   "México es un mercado con un potencial tremendo, Pero los controles y el   sistema te hacen la vida imposible". La empresaria menciona que el   sistema de transporte en Estados Unidos, por ejemplo, presta servicios   donde el cliente lo necesita, mientras que en México hay limitaciones   por destino porque él numero de transportistas que opera en cada ruta es   limitado.
Indica además que el   gobierno mexicano pide muchos más trámites que el norteamericano. "Aquí,   mientras cumplas con la ley, pagues tus impuestos y hagas lo que el   gobierno te pide, nadie te molesta", dice.
De nuevo a México. A   pesar de los contratiempos, Sobrino no se da por vencida en su intento,   por hacer negocios en México. Pero está vez su ingreso al mercado ha   sido mejor planeado y, sobre todo, mucho más cauteloso. Hace poco tiempo   envió sus primeros dos embarques de paletas heladas Para colocarlas en   las más de 170 tiendas Wal-Mart de México. "Si me abren la puerta   ahorita, come, lo está haciendo Wal-Mart, está bien; pero a mí me pagan   Aquí, y en dólares. Yo le vendo a Wal-Mart Aquí, en Laredo, me lo pagan   en dólares y [el pago] lo garantiza el Exim Bank", dice una Sobrino   mucho más experimentada.
Por lo pronto, y con la   reciente apertura de una mega planta productora en California, el   negocio promete crecer tres o cuatro veces más. Mientras tanto, Sobrino   planea una nueva expansión, está vez en la forma de licensing, mediante   la cual su empresa ofrecerá el know-how de producción y los   inversionistas aportarán las instalaciones.
A diferencia de lo que   pensaba cuando comenzó su carrera empresarial, Sobrino ha aprendido   también a ser menos posesiva con su negocio. Hoy no descarta la   posibilidad de hacer colocaciones en bolsa, ni de escuchar las   propuestas de otras empresas interesadas en comprarla. "Como buenos   latinos, decíamos 'esto es mío y de nadie más'; he madurado mucho más   está idea", dice, aunque sigue claramente enamorada de su negocio. "No   me arrepiento de todo lo que tuve que pasar; la satisfacción fue mucho   más grande que cualquier problema".
 MÁS GRINGO QUE LOS HOT-DOGS
TODD PARECE INDICAR   QUE, PARA VENDER CON ÉXITO EN ESTADOS Unidos hay qua ser más mexicano   que el nopal. Pero pare vender en México, hay qua ser más gringo que los   hot-dogs. 0 al menos, algo similar he aprendido Maria de Lourdes   Sobrino.
Sobrino ha descubierto   qua A mercado de los alimentos congelados es mucho más competitivo y   difícil qua el de los postres listos para comer. Por eso, y a un   esfuerzo por colocar sus paletas en el mercado estadounidense, les dará   un toque muy mexicano: se venderán bajo la marca de Paletas Lulu's y   ofrecerán sabores tan exóticos pare el consumidor local como horchata,   Jamaica y tamarindo. En México la historia es diferente. Sus paletas,   qua hace poco debutaron an las tiendas Wal-Mart, se venden bajo la   extranjerisima marca de Fancy Fruits, California's Best; tendrán sabores   tan exóticos como passion fruit o el raspberry  y obviamente el   inconfundible sello de Made in the USA.